Por: Gonzalo Silva Rivas
La F-Air Colombia concluyó con éxito en Rionegro, y alza vuelo dentro del calendario regional como mercado de negocios e intercambio comercial y tecnológico. Este año podría cuantificar transacciones superiores a los US$70 millones, cifra apreciable que superaría los US$66 millones obtenidos en 2015. Pese a su corta existencia, el evento adquiere valor como oportunidad para el impulso del turismo y el comercio local y para lustrar la imagen del país. Su meta es superar a la homóloga chilena Fidae, que con 27 años se posiciona como la plataforma regional más vendedora en tecnología aeroespacial y de seguridad.
Sin embargo, a la par con sus progresos comerciales y de atractivo turístico, desde sus inicios desata un fuerte pulso sobre la sede escogida para su realización. Desde que arrancó, en 2002, su epicentro ha estado en el municipio antioqueño de Rionegro, donde se cuenta no solo con un aeropuerto de primer nivel como el José María Córdova, sino con la Base BG. Arturo Lema —inspiradora del certamen—, en la que funciona el Comando Aéreo de Combate N°5 y pernoctan los helicópteros Black Hawk y los modernos artillados Arpía.
Con el paso del tiempo, mientras crecía en asistencia y en países participantes, surgieron los intentos por cambiarla de lugar, con la intención de hacerla itinerante. La Aerocivil, con el beneplácito de sectores de la FAC, consideraba rotar el evento por otras ciudades, debido a su carácter de interés público y a su organización por entidades nacionales, argumentos que justificarían la posibilidad de que se promoviera y disfrutara en otras regiones del país.
Las tentativas de sacarla del municipio fueron cuestionadas por la dirigencia política y gremial del departamento, que en 2013 acudió hasta la misma instancia presidencial para evitar el zarpazo. El entonces director de la Aerocivil, el caleño Santiago Castro, consideró trasladarla a su ciudad natal. La pretensión debió ser frenada por el propio jefe del Estado, quien ratificó que la edición programada se mantendría en el municipio del Valle de San Nicolás.
El año pasado se repitió la historia. La Aerocivil se vio obligada a desmontar un pliego de condiciones que buscaba contratar la versión de 2017 en el aeropuerto Bonilla Aragón. Una vez más Gobernación y municipio pusieron el grito en el cielo y el alto Gobierno debió intervenir la decisión administrativa.
Rionegro defiende su derecho a ser la organizadora exclusiva de la feria, por cuanto fue allí donde hace tres quinquenios nació y donde se posiciona internacionalmente. La F-Air se promovió y se realizó por primera vez en 2002, por decisión del director de la Aerocivil de la época, el antioqueño Juan Carlos Vélez Uribe —el mismo que destapó la estrategia utilizada por la oposición para negar los acuerdos con las Farc—. Vélez tomó como referente un artesanal Festival Aéreo que con buenos resultados organizaron en el municipio, dos años atrás, el Comando Aéreo y un puñado de empresarios turísticos del oriente antioqueño.
Las promisorias expectativas del evento llamaron la atención de la Aerocivil, que puso a volar la idea de crear una feria internacional aeronáutica que abriera espacios dentro del mercado latinoamericano. La entidad entró en sociedad con la Fuerza Aérea, y desde entonces, como organizadores, a lo largo de sus ocho ediciones bienales, la F-Air Colombia se realiza en el José María Córdova, registrando una proyección de crecimiento rápido y progresivo.
El evento, que incluye muestra comercial, contactos profesionales, exposición de aeronaves y shows aéreos, se afianza en el mercado regional y empieza a moverse con altura de crucero por los catálogos feriales de la tecnología aeronáutica. Genera negocios millonarios, cautiva turistas y visitantes especializados, atrae imagen y estimula comercio, hotelería, gastronomía y servicios aéreos, con aportes económicos para pequeños y medianos empresarios locales.
Rionegro traza su futuro sobre esta promisoria perspectiva económica. En su jurisdicción se asientan Avianca y Viva Colombia, mientras el Sena planea construir un laboratorio orientado a actividades aeronáuticas. Quitarle la sede de un evento que se convierte en eje del desarrollo del oriente antioqueño sería un duro golpe. Como Colombiamoda, la F-Air Colombia tiene el sello de marca “hecho en Antioquia”. Y, al igual que el carriel y la bandeja paisa, debe formar parte de su patrimonio.
Tomado: El Espectador.