El presidente Obama, durante una entrevista. RON SACHS EFE
El presidente de EE UU afirma que le preocupa que haya republicanos que confíen más en Putin que en los demócratas0
La intensidad de la injerencia rusa en el proceso electoral estadounidense de 2016 no tiene precedentes, dijeron durante una audiencia en el Senado los responsables de inteligencia, en la que también quedó claro que muchos republicanos no comparten la defensa cerrada de Moscú que insiste en hacer el presidente electo.
«Rusia es un ciberactor pleno que constituye una gran amenaza al Gobierno estadounidense y a sus intereses militares, diplomáticos y comerciales, así como a la infraestructura crítica y las redes de recursos clave», afirmaron el Director Nacional de Inteligencia, James Clapper, el jefe de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), Michael Rogers, y el subsecretario de Defensa para Inteligencia, Marcel Lettre. La peligrosidad rusa se debe a «su ciberprograma altamente ofensivo y a sus sofisticadas tácticas, técnicas y procedimientos», explicaron en una declaración conjunta ante el Comité de Fuerzas Armadas del Senado. Tampoco les cabe duda, agregaron, de que solo el Kremlin puede haber dado el visto bueno a estas actividades, tal como vienen afirmando desde octubre.
En la entrevista, que será emitida íntegramente en el programa This Week del mañana domingo, Obama se refiere por primera vez al informe. «Lo que es cierto es que los rusos tenían la intención de entrometerse y se entrometieron», declara el todavía presidente al periodista George Stephanopoulos.
Obama asegura que una de las cosas que más le preocupan es el hecho de que parece haber muchos miembros del partido republicano en EE UU que tienen más confianza en Putin que en sus compañeros demócratas. «Hemos visto últimamente que muchos republicanos, expertos o analistas de las televisiones por cable hacen comentarios en los que parecen confiar más en Vladímir Putin que en sus compatriotas simplemente porque esos compatriotas son del partido demócrata. Eso no puede ser «, sentenció Obama. «Debemos recordar que (republicanos y demócratas) estamos en el mismo equipo. Vladímir Putin no es de nuestro equipo», precisó Obama, quien dejará el cargo en dos semanas.
La tormenta se desata a dos semanas de que Trump asuma las riendas del país, el próximo 20 de enero. El empresario neoyorquino recibió el documento completo, clasificado, en una reunión con los responsables de Inteligencia, a los que ha estado desautorizado hasta ahora sobre esta investigación. Tras el encuentro, el magnate siguió negando que el espionaje atribuido al Kremlindeterminara su victoria, aunque admitió que Rusia puede haber realizado ciberataques.
“Aunque Rusia, China, otros países, grupos y personas externas estén intentando irrumpir en la ciber infraestructura de nuestras instituciones gubernamentales, negocios y organizaciones, incluido el Comité Nacional Demócrata, esto no tuvo ningún efecto en el resultado de las elecciones, incluido el hecho de que no hubo alteración alguna con las máquinas de votación”, subrayó el presidente electo.
Las filtraciones más sonadas de la campaña presidencial se produjeron el pasado verano, cuando salieron a la luz correos electrónicos de miembros del Partido Demócrata que demostraban su actuación para favorecer la victoria de Clinton frente a su rival en las primarias, el izquierdista Bernie Sanders. El escándalo le costó el puesto a la presidenta del Comité Demócrata, Debbie Wasserman Schultz. Meses después, WikiLeaks también publicó una batería de correos del jefe de campaña de Clinton, John Podesta, que mostraban contradicciones de la campaña demócrata.
El caso del espionaje durante las elecciones ha dado lugar a sanciones relevantes contra Rusia por parte de Obama. Las medidas ponen en una situación complicada a Trump si insiste en dudar de la autoría rusa. El jueves, en el Congreso, el director de Inteligencia Nacional, James Clapper, fue rotundo: “Solo los más altos responsables de Rusia podrían haber autorizado los recientes robos y filtraciones de datos relacionados con las elecciones, en vista del alcance y sensibilidad de los objetivos”. El caso también enfrenta al presidente electo con muchos republicanos, que sí creen en la pista de Moscú y ven con estupor la simpatía de Trump hacia Putin.