Periodismo conectado

27 Septiembre 2019.

Por: Santiago Gómez / Vanguardia (Bucaramanga)

La semana pasada en la Cumbre de Líderes por la Educación que se realizó en Bogotá quedaron expuestas varias ideas en torno al papel de los medios en el proceso formativo de las ciudadanías actuales. En el panel sobre periodismo y educación al que asistieron Silvia Bacher, argentina fundadora de Periodismo para pensar Educación; Elisa Silió, periodista de Educación de El País de España y los colombianos María López y Mauricio Rodríguez, se planteó que los medios son escuelas formadoras de ciudadanía y que su papel no es hacer fácil la complejidad social sino traducirla sin disimularla. En ese sentido, los periodistas deberían ser maestros, adoptando decididamente una vocación de enseñar la realidad y por ello el conocimiento del contexto termina siendo fundamental para el buen periodismo. No basta con conocer las dinámicas de producción de contenido, se requiere también saber de historia, economía, política, sociología, derecho.

Sin embargo, el diagnóstico de los expertos presentes en dicho panel no fue alentador en el sentido en que lo que se aprecia hoy es que los medios alivianan la realidad y se prestan como escenario de discusión de lo público, por ejemplo, intentando solucionar desde el papel lo que deben resolver los políticos. Una paradoja y un reto: lograr que los políticos atiendan los problemas de fondo, más allá del click y los likes. Lograr que las redes no sean el escenario de la discusión sobre lo público, porque se desnaturaliza la argumentación y se aligera el análisis.

En últimas un llamado, desesperado casi, por el regreso de un periodismo lento, que venza la economía de la atención como soporte del negocio mediático, tal como sugirió la comunicadora de la Universidad de California Monterey Bay, Estella Porras, en su charla en la Unab de esta semana. La avalancha de información que circula por las redes y por Internet desenfoca la atención, las audiencias dejan de seguir eventos sociales complejos para dedicar su tiempo al consumo de información liviana e intrascendente.

Al periodismo debe volver a importarle la gente, porque el periodismo, en última instancia, sigue siendo conexión.