Por Patricia Suárez socia CPB – Nota tomada de elpueblo.com.co
“¿Cuantas patitas de alambre existen en el mundo?”
Anécdota que narra Edgardo Palacios (periodista) al inicio de su rigurosa investigación, y de la escritora Ana Unhold cuya objetividad y unión de elementos se documentan -entre otros- con pronunciamientos de la ONU Y UNICEF.
El libro “PATITAS DE ALAMBRE/Informe periodístico sobre la Prostitución Infantil”, historias y estadísticas, nos estremecen.
“Este viaje del que participan millones de menores, multiplicándose en el tiempo y el espacio, es disfrutado por “clientes”, proxenetas, tratantes, agencias de turismo, hoteles, productores, y distribuidores de pornografía, obteniendo enormes ganancias, ya sean estas financieras o no, en función del valor simbólico que se trate para cada quien”
“La palabra niño, proviene del latín, infans, “El que no habla”.
Secuestro, robo y explotación a niños y niñas esclavizados al servicio de pedófilos y pederastas que viajan exclusivamente a países como Tailandia donde la prostitución infantil es uno de los rubros económicos más importantes, donde la pornografía es otra de las variables económicas de la prostitución y explotación infantil.
Las mafias llenan las arcas de la Banca Internacional, construyen ciudades que sirven como paraísos fiscales donde los cimientos de estas mega-ciudades se construyen con el dinero del crimen organizado en el llamado mundo de la oferta y la demanda, del libre mercado y el relativismo moral de un sistema que huele mal…
La obligada Prostitución Infantil -Oferta-Demanda-Servicio- en todos los confines de la tierra, se ejerce a costa de la explotación y esclavitud de 200 millones de niños y niñas. Las cifras del dolo elevan sus ganancias y el tráfico de la infancia para la prostitución en sólo el sureste asiático es de US 5.000 billones anuales.
Padres que venden a sus hijos, niños y niñas robados en las calles del hambre y la miseria, de las barriadas marginales donde el horror de la extrema pobreza, el desamparo y la desprotección son el escenario…
¿Dónde está el Estados Rector para la protección infantil, su educación, su salud, su vida digna?
Niños que drogan, golpean, encarcelan en los prostíbulos sometidos a prácticas inimaginables; niñas a quienes cosen sus vaginas varias veces para venderlas mejor pues, a muchos hombres, les gustan las vírgenes –además- en la creencia y superstición de que a través de ellas recuperan la juventud. Y a los niños, para sodomizarlos dejando el dolor psicológico en variadas y tipificadas enfermedades mentales y de transmisión sexual y convertirlos en escupo concupiscente de sus desenfrenos.
La Prostitución Infantil en Colombia es otro de los episodios de dolor y vergüenza nacional.
El libro de Ana Unhold y Edgardo Palacios en algunas de sus páginas transcriben el Testimonio –Centro de Bogotá-Periodista del diario el tiempo y miembro de la Fundación Esperanza, que trabaja contra la explotación infantil.
“…de esta manera corroboramos lo que varios estudios han demostrado sobre el negocio de la explotación sexual infantil en Colombia. Autoridades del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar reconoce que se les salió de las manos. Falta coordinación de las distintas instituciones”.
“Poderosas redes se quedan con el mayor porcentaje del negocio. Niños expulsados de sus hogares por problemas económicos y por violencia intrafamiliar. Desplazados e indígenas que desde los 9 años venden su cuerpo para sobrevivir”.
En un centro comercial se encontraron varios niños esperando sus clientes, señores mayores…
¿Quiénes son estos señores? ¿Esposos devotos que van a misa y se dan golpes de pecho? ¿Padres de niñas y de niños? ¿Hombres con hogares que tienen su coartada en la cultura patriarcal y permisiva con sus códigos de silencio y maltrato, donde colectividades enteras en su indiferencia los definen-aceptan-promueven? Maltratadores y aberrantes en la sociedad del simulo y la apariencia; amigos, vecinos, el don, la doña, los hermanos, hijos e hijas, familiares y cómplices de conductas sociopáticas y criminales. ¿Acaso no lo es comprar sexo de niños y niñas y pagar la pornografía que se hace con ellos?.
(y no digo ciudadano: tan alta dignidad sólo la llevan aquellos que tienen la conciencia, el valor civil y moral de defender y cumplir los principios, derechos y deberes del bien común).
No puedo cerrar esta columna “Tiempo de leer” sin recordar y preguntar: “¿Quiénes y con qué medios han organizado las hordas que raptaron doscientas setenta niñas en Nigeria y hasta ahora nadie puede dar noticias de su paradero y menos de su suerte?”.
Esta opinión es responsabilidad única del autor, y no compromete al Círculo de Periodistas de Bogotá.