TODO ESTÁ CERRADO

Francisco de Paula Santander nos notificó que solo las leyes nos darán la libertad, pero nosotros tomamos esas palabras a nuestra manera, según las conveniencias.

Después de cuatro años de largas, agotadoras y finalmente reconfortantes negociaciones, logramos un acuerdo con las Farc para sellar la paz que venimos persiguiendo desde hace medio siglo. Pero llegaron la politiquería, el populismo y las mentiras a torcer la voluntad popular. Al final, se salvó el proceso, gracias a la generosidad de Presidente Santos, que admitió introducir modificaciones al documento inicial. De las 297 páginas, que muy pocos leyeron, pasamos a 310, que muy pocos leerán.

El uribismo sigue saboteando. Elude la paz, no permite que logremos una reconciliación. Quiere que continuemos en guerra, que nuestro ejército se desgaste en una lucha estéril y que nuestra población se mantenga en vilo.

Ese grupo político se adueñó del ¨no¨, y de las víctimas, sin permiso de nadie. Los mismos ¨noistas¨, lo han desautorizado y han aceptado, por acertadas, las modificaciones introducidas al documento original. Nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que quiere el ¨caballista del ubérrimo¨. Lo único que admitiría sería algo parecido a lo que firmó con los paras, solo con su rúbrica, sin plebiscito, sin Congreso, sin Dios y sin ley. A su manera.

Santos, un demócrata a carta cabal, ha admitido todo. Las Farc, a las que detesta Uribe, han cumplido su palabra. Hasta cierto punto, han respetado la tregua. Están ¨acuarteladas¨ a la espera de que se ponga en práctica la paz, para empezar a pagar las penas que se les aplique y para ingresar al campo político, sin armas y sometiéndose a las normas de la democracia.

El Uribismo, entre tanto, sigue al acecho, para torpedear el anhelo de un país y de un mundo que aspiran a la reconciliación. No perdona que, a un presidente que sacrificó su prestigio, para darle paz a Colombia, le hayan otorgado el Nobel de Paz. Además, ha montado la paz sobre las elecciones del 2018. Aspira a volver al poder con un comodín al que manejará Uribe. Poco le importa la paz, busca la guerra.

Esa la razón de sabotear la puesta en marcha de los acuerdos logrados con una guerrilla que ha admitido casi todo lo que el uribismo, apoderado de todo el no, la exigido.

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