6 Junio 2019.
Foto: Youtube.
Por: Iván Gallo, Las 2 Orillas.
Hace unos años había esperanza. Yo me acuerdo. Por ahí entre el 2012 y el 2017 creíamos que podíamos hacer cualquier cosa. Empezaron a suceder cosas que alimentaron la autoestima, cosas impensables a mediados de los años 90: ganar un Giro de Italia, ser goleador de un Mundial, tener el desempleo en un solo dígito, la pobreza disminuyendo, nominación de una película a un Oscar, que no nos pidan Visa en la mayoría de países de Europa, ser subcampeón de un Tour de Francia, ganar ocho medallas en una Olimpiada, conseguir la Paz. Ahora todo eso parece tan lejano. Ahora el uribismo ha llegado como una ola a borrarlo todo. No solo hicieron trizas el acuerdo de paz, hicieron trizas un modelo de vida al que nos estábamos acostumbrando. Los de clase media podíamos viajar hasta el exterior ¿se acuerdan? Ahora vuelven a viajar los mismos de siempre, los que por sus inversiones en Estados Unidos viven una época gloriosa: el dólar a 3.400 pesos. Es una minoría absoluta, la misma que les pagaba a los noticieros para que mostraran como una mala noticia, en época de Santos, que el dólar estuviera en $2.900.
Se cometió el error histórico del que empiezan a arrepentirse en Brasil, en Inglaterra y en buena parte de los Estados Unidos: elegir una idea a partir de lo que mandaba la dictadura de las redes sociales. Entonces acá un meme puede tener más credibilidad y alcance que la mejor columna de Daniel Coronell. Para la gran mayoría de colombianos un buen economista no es Salomón Kalmonovitz sino Miguel Polo Polo. Y así votamos y así nos condenamos.
No hay mucho para celebrar en este año de nuestra desgracia. El presidente parece un rehén del Gran Colombiano y uno prefiere leer más a Cioran que ver Netflix – ¡qué mal año el de la plataforma!- La lectura de Cioran hace encontrarme con un viejo amigo: la tentación del suicidio. Lo que hace soportable la vida es saber que en cualquier momento uno puede salir de ella. En estos días los depresivos no estamos bien. En estos días no es bueno ser un colombiano depresivo. Los cuarentones sabemos esta sensación. Otra vez en los aeropuertos del mundo te mirarán como una mula. Otra vez será un estigma que cargaremos como una cruz. Los centenials aún no lo saben, por eso todas las esperanzas estarán en ellos. Ellos nos podrán sacar de este pantano lleno de muertos en el que nos volvió a meter el uribismo. Si quieren evitar un suicidio colectivo no vuelvan a votar en contra de Colombia. Si quieren quitarse esa vergüenza que ahora nos da ser colombiano, no escuchen más al gran colombiano.